Un fresco tributo a la gráfica
La palabra grafiti refiere a imágenes o letras rayadas, garabateadas, pintadas o marcadas de una definida manera sobre alguna superficie pública. Aunque sus orígenes remontan a la Antigua Grecia, desde finales de los setenta y ligado a una actitud entre lo punk y lo hip hopero, el graffiti es retomado a través de la pintura en aerosol, marcadores, stencils y otros materiales como un medio ligado al activismo, a la expresión de mensajes socio-políticos y a expotación de imágenes de la cultura popular.
Por otro lado, el grabado, bajo las mismas raíces etimológicas que el grafiti, desarrolló un sinnúmero de técnicas de impresión con la utilización de superficies o matrices en madera, metal, piedra, entre otros. En Puerto Rico fue un medio muy desarrollado desde la primera mitad del siglo XX. Dentro de la mayoría de las manifestaciones artísticas relacionadas al grabado puertorriqueño podemos identificar un denominador común entre el grafiti y el grabado: ese interés por denunciar algo, por comunicar a través del arte, la utilización de imágenes populares y por desarrollar conocimiento público.
Esto se puede afirmar con un simple repaso por los principales talleres o centros como el de la DIVEDCO (División para la Educación de la Comunidad) bajo la dirección de Lorenzo Homar, el CAP (Centro de Arte Puertorriqueño) fundado por artistas como Rafael Tufiño, José Antonio Torres Martinó, Rafael Tufiño y Félix Rodríguez Báez, el Taller Alacrán (1968-71) fundado por Antonio Martorell y el Taller Bija (1970-87) por Nelson Sambolín, René Pietri y Rafael Rivera Rosa.
En realidad en Puerto Rico se desarrollaron muchísimos más talleres independientes por lo que mencionaré algunos para dar cuenta de la abundante producción de este medio en talleres: Taller el Quinqué, Taller Blondet, Taller Visión Plástica, Taller Capricornio, Taller el Seco, Taller Cupey, Taller el Jacho, Taller Tiburones y Taller Pachín Marín. Muchos de estos talleres eran caracterizados por la autogestión y sus fuertes posturas políticas sobretodo en los medios cartelísticos.
El Taller Alacrán, según nos cuenta Teresa Tió en su libro El cartel en Puerto Rico (2003), "fue el primer taller revolucionario" y lleva su nombre "en virtud del tono combativo que imprimió a sus trabajos gráficos". Comenta además que "siguendo el modelo de los talleres gubernamentales, en los que el trabajo colectivo era el modo de aprendizaje, el Taller Alacrán emuló, en la medida de sus posibilidades, aquel esquema, y sin pretensiones de convertirse en escuela, proveyó a los aprendices participantes los instrumentos básicos en la técnica de la serigrafía y el diseño cartelístico". Añade que "el propósito educativo del Taller Alacrán se logró en la medida en que los aprendices, tras el período de adiestramiento, que no sobrepasaba el año, fundaban en sus comunidades otros talleres gráficos para cumplir con la intención de ser centros de denuncia, divulgación y concienciación..."
Con motivos similares, durante este mes de septiembre un medio le rindió tributo a otro. Este pasado 1 y 2 de septiembre el Fresh Crew, compuesto por Xavier "Boom" Muñoz y Rubén "Sheto" Luciano y con la colaboración de José "Elpho" González, decidieron rendirle un tributo al Taller Alacrán como parte de las actividades del emergente evento santurcino llamado Santurce es Ley. En su tercera edición, los artistas del Fresh Crew, activos desde el 2002, se apropiaron de la pared de la calle Cerra #730 donde antiguamente se ubicaba el Taller Alacrán.
En una amplia pared los artistas se apropiaron de imágenes tradicionales del grabado las cuales, con la utilización de pintura, aerosol y stencils, le dieron el toque estético del grafiti. A la extrema izquierda la primera obra que reproducen es el grabado Betances de Lorenzo Homar. A este le siguen algunos ejemplos de la Serie Barajas Alacrán de Antonio Martorell en la que los artistas decidieron modificar sus colores originales a unos más dramáticos y vivos que ayudaron a resaltar las líneas de los mismos a la vez que se destacan dentro de su entorno público. Luego, en la parte superior derecha reproducen un detalle del famoso grabado de Carlos Raquel Rivera titulado La masacre de Ponce predominando así un enorme pájaro que vigila. Entre éstos, los artistas han pintado de manera orgánica y con cierto sentido de horror vacui -tan característico del grafiti- algunos elementos que identifican la estética del Fresh Crew logrando así la convivencia entre ambos medios.
Aunque las imágenes de Homar y Rivera no guardan relación directa con el período de producción del Taller Alacrán se incluyen como un intento de hacer visibles nuevamente imágenes del grabado puertorriqueño de una época que podríamos denominar como la época de oro de la gráfica en Puerto Rico. Ante esto, "Sheto" aclara que "se le da tributo al taller pero en específico a sus artistas que educaron tanta gente en su tiempo y todavía siguen haciéndolo. Es un motivo de culturalizar al pueblo de lo que su país da. Tratar de que la cultura de Puerto Rico prevalezca y así se eduquen los niños, que son los que se supone aprecien esto en el futuro."
Con esta iniciativa del Fresh Crew espero que muchos nos entusiasmemos en conocer un poco más sobre el grabado puertorriqueño pues es un excelente ejemplo para conocer no sólo sobre el desarrollo artístico puertorriqueño, sino sobre la misma historia, actividades culturas, políticas, sociales y demás.
Bibliografía relacionada:
Benítez, Marimar. Generación del 50: trasfondo histórico. Enciclopedia de Puerto Rico, 2008.
Posters from the Division of Community Education of Puerto Rico, 1949-1989. Exhibición organizada por el Smithsonian Latino Center, Washington, D. C., Estados Unidos, 17 de septiembre de 2008 - 18 de enero de 2009.
Benítez, Marimar. Generación del 50: trasfondo histórico. Enciclopedia de Puerto Rico, 2008.
Posters from the Division of Community Education of Puerto Rico, 1949-1989. Exhibición organizada por el Smithsonian Latino Center, Washington, D. C., Estados Unidos, 17 de septiembre de 2008 - 18 de enero de 2009.
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