
Entramos a su taller, los bajos de una residencia en Santa Rita, Río Piedras. El espacio está repleto de pinturas, descansando de las paredes, apiladas unas sobre otras… La mayoría, óleos, presentan híbridos humanos y animales, entre retratos reconocibles de figuras públicas, rostros de la política local. Hay mancha, color y figura, entonadas por cierta agresividad. Notamos el comentario del aquí y del ahora, lo que aqueja nuestra cotidianidad y no siempre logramos comprender. El joven pintor David Zayas nos comenta su trabajo, procesos y búsquedas a través del arte.
Nació en Ponce. Comenzó estudios formales en la escuela de Bellas Artes de Ponce. De allí recuerda la cátedra de Andrés Rodríguez Santos, uno de sus maestros. No obstante, su primera referencia al dibujo lo fue el trabajo de su padre, ilustrador. A través de él comenzó a dibujar. Sus primeros experimentos buscaban copiar imágenes, pero la curiosidad fue evolucionando hasta encontrar su propia línea. Durante aquellos años de adolescente ya comenzaba a exponer, gracias a convocatorias que realizaba el Departamento de Educación.

Ya graduado de Escuela Superior, comienza trabajar en una tienda de arte de su pueblo natal. A través de dicho empleo, conoce artistas como Wishy Torres y Waldy Graciani, quienes le inspiraron a proseguir una carrera formal en el campo de la pintura. Es así como se decide a matricularse en la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico, mudándose, hasta el presente, a la zona metropolitana de San Juan. Entre sus profesores de dicha institución, figurarán Julio Suárez, Elizam Escobar, Ada Bobonis, y Linda Sánchez.
Recién comenzando sus estudios universitarios en la Escuela de Artes Plásticas, participa de la Muestra de la Galería Nacional del 2003. Allí, tuvo la oportunidad de exponer junto con algunos de sus propios profesores universitarios. Dicha experiencia le impulsó a continuar desarrollándose. Desde entonces, ha participado de varias exposiciones colectivas. A través del Museo de Arte Latinoamericano de Miami expuso en Cuba y Barcelona. De igual forma, en el 2010, conoció al fenecido antropólogo Ricardo Alegría, gracias a un mural que realizó en el Viejo San Juan. “Yo me interesé por el concepto de llegarle al pueblo…. Decidí hacerle un portrait a Ricardo Alegría. Él tuvo que ver con la fundación de Escuela de Artes Plásticas. La pared quedó bien buena, se enteraron los medios. Ricardo Alegría me invita a su casa, le preparé el mismo retrato en pequeño… Primera Hora cubrió el encuentro entre él y yo… Verme a mí hacer un retrato de él le hacía pensar que había logrado su esfuerzo”.

Para David – Songo, como es conocido entre sus amistades- Puerto Rico se encuentra ante una coyuntura fértil en el arte. Entiende que los artistas se están haciendo de sus propios espacios de exposición, de áreas alternativas. “El arte independiente está buscando su propia voz”, afirma. Es su interés llevar su trabajo fuera del país, hacerlo internacional. Reconoce el proceso como uno sacrificado: “el mundo es tan frío que necesitamos de arte para poder mantenernos… y el artista tiene que estar consiente de que es mucha responsabilidad y mucho sacrificio”.
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